Cada diciembre hago el recuento de
mis días. De las risas. De cada trago. De los malos tragos. Buenos ratos. Y no
tan buenos. Hago el recuento de lo que he aprendido (y de lo que no). Aquellos
que he dejado en el camino. Los que siguen. Los que voy a conservar en los próximos
días. Los que me llenan.
Me quedaría con Tarifa y tu compañía.
Con aquel festival que me llenó de vida (ella). Aquella comida india y las
risas. Los ojos azules que me recogen de día. Mi compañera creativa (menta).
Los rizos con sabor a bombón. Las noches de Telepizza (one go). Las cenas en la
orilla. Las tertulias y bailes de verano. Los viajes improvisados. Las risas
descalzos. Las recetas inventadas. Los libros. Cada poesía de Diego Ojeda. Los
cristales empañados. Los baños a cero grados. Navidad. Las burbujas. La
lencería. El vodka.
2015 me ha enseñado mi mejor
versión. El significado de pasión y dónde encontrarla. El sabor. El mejor
aroma. Canela y fresa.
He reventado de felicidad.
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